Podríamos decir que estamos de parabienes, la UNESCO ha abierto una biblioteca en la que podemos entrar a cualquier hora del día. Os invito a visitarla y a comentar si es silenciosa o necesita de más actividades en la sala infantil, o de un rincón para leer el periódico...
Además la noticia no aclara si UNESCO es un o una bibliotecaria, si lleva gafas, si acaba de recibirse, si su opción por los libros es vocacional o no hay tal pasión, si disfruta con su trabajo. Nada. Quizá sea mejor así, porque cada uno puede imaginársela a su manera.
Me gusta la idea de que haya una biblioteca mundial, pero quién nos va a guiar entre los libros para que entendamos los tejuelos; dónde está la sonrisa que nos recibe y nos informa; en qué silla se sienta Juan o María. Cómo voy a conocer a esa persona especial que sabe tanto de células madre...
¿Estamos cada vez más solos?
Es una lástima que en este tipo de biblioteca no pueda uno encontrarse a los intrépidos fantasmas de los edificios antiguos que velan por las palabras impresas.
De todas maneras, es una muy buena iniciativa, ¿o no?